Continuamos con el western creado por Dorison y Meyer en una peculiar y renovada visión del género que tiene como protagonistas a un sombrío enterrador, una ama de llaves inglesa y a una criada china.
“Nadie se puede llevar el dinero a la tumba”. Si Joe Cusco hubiera estado presente cuando se pronunció esta frase, hubiera contestado algo como:
“¡Cuando tienes tanto como yo, puedes hacer lo que quieras!”
Recapitulemos un poco. Crow, Rose y Lin se encuentran en medio del último encargo del Sr. Cusco, algo teóricamente bastante sencillo: llevar su cadáver hasta su mina y dejarlo junto a sus preciadas posesiones terrenales, y digo “en teoría” porque en este pequeño flashback no podemos olvidar que: 1. Su misión tiene un tiempo límite, la vida de un rehén misterioso depende de ello y 2. Les persiguen una turba de mineros enfurecidos.
“¡Cuando tienes tanto como yo, puedes hacer lo que quieras!”
Recapitulemos un poco. Crow, Rose y Lin se encuentran en medio del último encargo del Sr. Cusco, algo teóricamente bastante sencillo: llevar su cadáver hasta su mina y dejarlo junto a sus preciadas posesiones terrenales, y digo “en teoría” porque en este pequeño flashback no podemos olvidar que: 1. Su misión tiene un tiempo límite, la vida de un rehén misterioso depende de ello y 2. Les persiguen una turba de mineros enfurecidos.
En esta segunda entrega se pone fin a la historia planteada en El devorador de oro (reseñado AQUÍ) y se explican las razones que impulsan a los protagonistas a cumplir con la misión suicida que les ha encomendado el magnate, sobre todo por parte de Rose y Lin, que eran su servicio doméstico. A Jonas solo parece importarle la cuestión pecuniaria, aunque puede que dejar a dos mujeres solas (teniendo en cuenta que una de ellas, Rose, parece no haber cogido un arma en su vida) en un viaje por el inclemente desierto y perseguidas por hombres violentos le remuerda un poco la conciencia al enterrador.
Poco a poco, mediante recuerdos del pasado o por lo que ellas mismas cuentan, descubres cómo terminaron bajo las órdenes del despreciable Sr. Cusco, un hombre que creía que tener dinero le da carta blanca a uno para ser mezquino y someter a los demás hasta el extremo. Gracias a ello, a lo largo del álbum salen a relucir preguntas universales como ¿El dinero da la felicidad? o ¿Debemos fiarnos de las apariencias? Cuestiones que parecen muy manidas, pero a las que Xavier Dorison responde de manera realmente brillante.
En cuanto al dibujo, Ralph Meyer sigue manteniendo un nivel de 10 que junto a los preciosos colores de Caroline Delabie hacen del dibujo de Undertaker de lo mejor que podemos encontrar en el cómic europeo actual. Es una afirmación contundente, pero cualquiera que haya hojeado el primer álbum podrá corroborarlo.
Para terminar, en esta reseña me he tenido que contener mucho para no soltar spoilers a gogó, pero estamos ante la continuación de uno de los mejores primeros álbumes que he leído desde hace tiempo y solo os puedo decir que este segundo capítulo mantiene el nivel, cerrando el primer ciclo con sobresaliente, a la espera de que salga la tercera entrega de la saga, L’Ogre de Sutter Camp (publicado ya en Francia) y L’ombre d’Hippocrate (en producción).
Muchas gracias por leerme.