Una mina de carbón, un tétrico circo ambulante, un multimillonario, una chica siempre en apuros...
Un libro maldito.
Las pirámides y leyendas del Antiguo Egipto.
Y él: Allan Fox, veterano de guerra y protagonista de este primer ciclo de aventuras, obra de Jean Dufaux y Jean-Françoise Charles.
¿Son la aventura y Egipto dos ingredientes sobre seguro?
Ay, Jean Dufaux... la relación que guardo con la obra de este prolífico guionista francés es como una tortuosa carretera, plagada de estrecheces y dibujada sobre un barranco. Barracuda (infumable saga que no pude seguir leyendo -sorry, Miss!-), Cruzada (historia que comenzó por todo lo alto y fue cayendo y cayendo sin frenos), Conquistador (más que entretenida), La emperatriz roja (otra infumable), Jaguar (divertida y original), Sortilegios (de nuevo, un buen comienzo y un final decepcionante) y, ahora, Fox.
Ya ves que, si bien tengo pendientes dos supuestas "primeras espadas" del guionista, Murena (Roma no me entusiasma en exceso) y La balada de las landas perdidas (espero ponerle remedio en breve), Dufaux no es ningún desconocido por aquí.
En esta aventura lo acompañó Jean-Françoise Charles (Ella Mahé, Africa Dreams), y lo digo en pasado porque estamos ante una saga que empezó en Francia allá por el 1991, y concluyó su segundo y último ciclo en 1998 -esto tiene su importancia por lo que comentaré luego-.
Este primer integral de Fox nos narra las pericpecias de su protagonista, de donde toma el nombre la saga, al toparse con un libro maldito. Este lo hará viajar desde Francia a Egipto, buscando respuestas, resolviendo misterios y sacando a su amada, Edith, de un lío tras otro.
Este último punto, de hecho, es lo que más me ha pesado de esta aventura que, dicho sea de paso, ni está mal ideada, ni mal dibujada, ni mucho menos. El personaje femenino -Edith- responde a ese arquetipo tan común en la época -y más adelante, por desgracia- de mujer sexy y tontita, que no es más que una sombra del hombre protagonista y sobre la que más de una vez se apoyan los artistas para hacer avanzar la trama: Basta con "llevarse" a la chica a un lugar determinado para que el protagonista deba ir allí y, de paso, continúe la investigación.
Este tema lo he tratado por Twitter con algunos de vosotros, y aprovecho ahora para abrir otro debate: ¿hasta qué punto se pueden juzgar ciertos aspectos de una obra, sin tener en cuenta la época en la que se pensó, planteó, creó y publicó? Ahí lo dejo, para debatir contigo en los comentarios.
Volviendo a lo que nos ocupa -y más nos importa-, este primer ciclo de Fox, que Yermo recopila en su totalidad en el integral, supone un entretenido pasatiempo para los lectores ávidos de aventuras, y sin demasiadas exigencias respecto a las motivaciones para vivirlas. Es de sobra evidente que tanto Dufaux como Charles se expresan con soltura en el medio, recurriendo a una mezcla que en la época, y también ahora, embriaga a un buen puñado de lectores: Indiana Jones y James Bond.
Aún asi, algunas transiciones entre escenas se me han antojado bruscas... incluso carentes de sentido. La escasez de viñetas que los artistas dedican a secuencias, a su juicio, de mero tránsito, contrasta demasiado con otras con las que realmente se deleitan. Esa -por momentos- patente falta de equilibrio hace del conjunto de la obra una lectura entretenida, sí, y satisfactoria en la medida de tu exigencia para como lector de aventuras.
Seguramente hace 25 años las cosas fueran distintas, pero ahora, con la ingente cantidad de obras de este tipo en este y otros medios, el primer integral de Fox es recomendable para los que, como yo, sueñan con una segunda vida en la que ponerse el sombrero, la camisa camel de manga corta y el látigo. Y el resto... el resto, ya vendrá solo.
La lectura enriquece el alma,
Ya ves que, si bien tengo pendientes dos supuestas "primeras espadas" del guionista, Murena (Roma no me entusiasma en exceso) y La balada de las landas perdidas (espero ponerle remedio en breve), Dufaux no es ningún desconocido por aquí.
En esta aventura lo acompañó Jean-Françoise Charles (Ella Mahé, Africa Dreams), y lo digo en pasado porque estamos ante una saga que empezó en Francia allá por el 1991, y concluyó su segundo y último ciclo en 1998 -esto tiene su importancia por lo que comentaré luego-.
Este primer integral de Fox nos narra las pericpecias de su protagonista, de donde toma el nombre la saga, al toparse con un libro maldito. Este lo hará viajar desde Francia a Egipto, buscando respuestas, resolviendo misterios y sacando a su amada, Edith, de un lío tras otro.
Este último punto, de hecho, es lo que más me ha pesado de esta aventura que, dicho sea de paso, ni está mal ideada, ni mal dibujada, ni mucho menos. El personaje femenino -Edith- responde a ese arquetipo tan común en la época -y más adelante, por desgracia- de mujer sexy y tontita, que no es más que una sombra del hombre protagonista y sobre la que más de una vez se apoyan los artistas para hacer avanzar la trama: Basta con "llevarse" a la chica a un lugar determinado para que el protagonista deba ir allí y, de paso, continúe la investigación.
Este tema lo he tratado por Twitter con algunos de vosotros, y aprovecho ahora para abrir otro debate: ¿hasta qué punto se pueden juzgar ciertos aspectos de una obra, sin tener en cuenta la época en la que se pensó, planteó, creó y publicó? Ahí lo dejo, para debatir contigo en los comentarios.
Volviendo a lo que nos ocupa -y más nos importa-, este primer ciclo de Fox, que Yermo recopila en su totalidad en el integral, supone un entretenido pasatiempo para los lectores ávidos de aventuras, y sin demasiadas exigencias respecto a las motivaciones para vivirlas. Es de sobra evidente que tanto Dufaux como Charles se expresan con soltura en el medio, recurriendo a una mezcla que en la época, y también ahora, embriaga a un buen puñado de lectores: Indiana Jones y James Bond.
Aún asi, algunas transiciones entre escenas se me han antojado bruscas... incluso carentes de sentido. La escasez de viñetas que los artistas dedican a secuencias, a su juicio, de mero tránsito, contrasta demasiado con otras con las que realmente se deleitan. Esa -por momentos- patente falta de equilibrio hace del conjunto de la obra una lectura entretenida, sí, y satisfactoria en la medida de tu exigencia para como lector de aventuras.
Seguramente hace 25 años las cosas fueran distintas, pero ahora, con la ingente cantidad de obras de este tipo en este y otros medios, el primer integral de Fox es recomendable para los que, como yo, sueñan con una segunda vida en la que ponerse el sombrero, la camisa camel de manga corta y el látigo. Y el resto... el resto, ya vendrá solo.
La lectura enriquece el alma,
Dani S.