El joven Paul Clauden viaja junto a su madre y su hermana pequeña a la lejana estrella Altair-3, para reunirse con su padre. Sin embargo, cuando llega allí, no solo no hay ni rastro del progenitor, sino que los tres se encuentran sin dinero para poder volver a la Tierra. Y pisando un paraje extraño, que no les pondrá nada fácil abrirse un hueco.
Al fin y al cabo, están en "tierras lejanas" de casa...
Cuando me enteré, por pura casualidad, de la salida de esta nueva obra de Leo, me lancé sin dudarlo a por ella. No en vano, el guionista brasileño, afincado en Francia, es todo un referente en el mercado francobelga en lo que a "survival de ciencia ficción" se refiere: Aldebarán, Betelgeuse, Antares, Supervivientes, Kenia, Namibia... Hablo de aventuras en una galaxia muy, muy lejana, en planetas que el ser humano ha conseguido, o intenta, colonizar. Pero que guardan aún cientos de secretos y misterios para nuestra raza: especies inverosímiles, seres superiores a nosotros, mundos que se retroalimenta por sí mismos...
Estos mundos que nos plantea Leo siempre albergan un rasgo inequívoco: el peligro. Eternamente presente en las aventuras del guionista, este toma diferentes formas -ya sean animales, plantas, efectos climáticos o fenómenos paranormales- para hacernos ver a nuestros protagonistas humanos como simples y delicadas piezas en un tablero de proporciones épicas.
El imaginario del artista no provee al ser humano de ese papel predominante, casi de semidios, que otras obras de ciencia ficción sí le otorgan, en donde hemos conseguido alcanzar un sistema casi perfecto, donde NOSOTROS somos, por fin, los reyes del universo conocido y por conocer. No, Leo nos habla del afán de colonialismo del hombre, de las religiones como opio para el pueblo, de nuestros instintos más primarios y salvajes y de un capitalismo que lo absorbe todo.
Ya no se trata de una sociedad decadente, sino de nuestro ser en sí mismo. Pero, aún así, siempre queda ese mensaje anti-generalista, que se escuda en la desigualdad entre semejantes para partir una lanza en favor de una segunda oportunidad -o tercera, o cuarta...-. Así las cosas, los protagonistas de estas historias siempre suelen ser personajes que se ven forzados a evolucionar, madurar o aprender al verse inmersos en situaciones que a priori les superan.
En este Tierras Lejanas, ese personaje es un joven pacífico llamado Paul, que llega junto a su familia a un planeta del todo hostil con los forasteros. Desde el primer día, la desestructurada familia se ve obligada a sacarse las castañas del fuego y, mientras la madre busca trabajo para cuidar de su hija pequeña, el hijo mayor emprende un viaje en busca de su padre, que le hará recorrer gran parte de Icar-3, de trabajo en trabajo y de pista en pista.
Si bien la trama, como ya te he comentado, gira sobre los mismos ejes que otras aventuras del guionista, el desarrollo y originalidad de la misma se queda esta vez bastante por debajo del de sus sagas. Esa búsqueda del progenitor sirve de punto de partida y destino al autor para enseñarnos su Nuevo Mundo, pero no consigue generarnos más interés que el estrictamente necesario para querer seguir avanzando por las páginas.
Esa falta de frescura, en parte por un predominio de su misma crítica de siempre al ser humano en detrimento de la aventura pura y dura, unida a los pinceles de un desconocido hasta la fecha Icar -bastante neutros y sin brillantez alguna, todo sea dicho-, hacen de Tierras Lejanas una aventurilla para pasar el rato, pero que no recordaré pasado un tiempo.
Siempre es una buena noticia tener un nuevo cómic de Leo en la estantería, pero esta vez me queda la sensación de haber errado el tiro. No se ha llegado a salir de la diana, no, pero creía que, como casi siempre, daría más o menos centrado. La buena noticia es que, según deja entrever la editorial -ECC-, no está muy lejos una nueva publicación del guionista, de nuevo con Icar: Ultime frontière, que amplía este universo de Tierras lejanas y promete un aventura a medio camino entre el western y la ciencia ficción.
Después de todo lo que te he dicho... ¿crees que lo reseñaré? Si no sabes la respuesta, es que no me he sabido hacer entender...
La lectura enriquece el alma,
Dani S.