Fue allá por 2002 cuando la desaparecida -en nuestro país- Glénat publicó Un poco de humo azul, de Denis Lapière y Rubén Pellejero, una historia de amor, vivencias y, sobre todo, cicatrices; cicatrices de la época en la que uno no elige vivir.
Este año, Astiberri nos ha vuelto a traer esta historia para todos aquellos que, como yo, nos perdimos la de Glénat. ¿Y sabes qué? Ha hecho bien, muy bien.
Denis Lapière (guionista) y Rubén Pellejero (dibujante) forman un equipo artístico que ya hemos podido conocer, por obras como Un verano insolente, también editado por Astiberri, o El vals del gulag, que publicó la extinta Glénat. Además, ya por separado, también han firmado varias obras que hemos podido disfrutar por aquí, como El convoy (Lapière, junto a Torrents), las nuevas adaptaciones de Corto Maltés (Pellejero, junto a Juan Díaz Canales) o mi amadísima Dieter Lumpen (de nuevo Pellejero, junto a Jorge Zentner), entre otras.
Como puedes ver, la trayectoria de ambos artistas viene ya de largo, y está más que bien nutrida.
Respecto a este Un poco de humo azul, he de reconocer que lo que más poderosamente llamó mi atención fue el apartado gráfico. El trazo de Pellejero, con ese juego de luces y sombras y esa línea de contorno tan gruesa, en combinación con una paleta de colores pastel y vivos, ya me ganó de antemano, sin tan siquiera saber de qué iba el cómic.
No tenía el gusto de conocer al guionista, pero la sinopsis del álbum invitaba a querer saber más. A continuación la comparto contigo:
"En un indeterminado país de la Europa del este, un fotógrafo entra en un hostal de carretera. Allí, intrigado por la melancolía de Laura, la joven hija pelirroja de la propietaria del hostal, conseguirá que ésta le explique su historia. Una historia que tuvo lugar en los todavía recientes años de dictadura comunista que vivió el país, durante los cuales los prisioneros políticos eran llevados desde la cárcel hasta el lugar de tortura en un desvencijado camión, en una ruta cercana al hostal. En un tramo del camino, el camión reducía la marcha para poder subir una cuesta empinada, y allí se reunían sus mujeres y madres para poder verlos unos segundos. En ese lugar, Laura se enamoró de Ludvik, uno de los prisioneros".
Acto seguido leí la reflexión de Felipe Hernández Cava (Las serpientes ciegas, Hágase el caos, Las oscuras manos del olvido), que Astiberri añade en la contraportada del álbum, y hubo una frase que terminó por decantarme -ya se sabe que hacen falta tres señales para estas cosas...-. Fue esta:
"(...) algunos hombres pueden ser víctimas perpetuas del tiempo que les tocó vivir".
Y es que, esa idea, es el eje a través del cual Lapière y Pellejero crean esta historia que te atrapa desde las primeras páginas. Podría decir que Un poco de humo azul es una historia de amor, pero sería quedarse muy corto. El Amor es el vehículo que usan los artistas para desgranar una aventura mucho más profunda, en la que todos esos sentimientos de tristeza, alegría, resignación y odio se dan cita para converger en lo que llamamos Vida. Una vida que siempre está marcada por nuestras circunstancias.
Un poco de humo azul es una bella historia, que esconde entre sus viñetas, de ágil lectura y coloridos silencios, lo mejor y lo peor de la vida. Solo celebro el día en que Astiberri decidió reeditarla bajo su sello. De no haber sido por ello, me habría perdido una pequeña joya.
La lectura enriquece el alma,
Dani S.