Una aventura postapocalíptica que forma parte de la historia contemporánea del cómic francobelga:
Hans, del guionista y por aquel entonces redactor jefe de la revista Tintín (1983), Andre-Paul Duchateau, y el dibujante polaco Grzegorz Rosinski, al que más tarde se le archiconocería por ser uno de los genios de Thorgal, junto a Jean Van Hamme.
¿Hablamos de ciencia ficción y aventura?
Como suele ocurrir en muchas de estas historias postcataclismo -en su época, en menor medida, por supuesto-, nos encontramos con una raza humana egocéntrica que, con sus guerras nucleares, ha logrado acabar con la Tierra y se ha lanzado a la conquista de otros planetas y galaxias que colonizar, contaminar y destruir.
Al mando de la misma, un único Gobierno, que mantiene viva a lo que queda de la especie bajo un falso velo de protección y auxilio. Las libertades personales se han suprimido en pos de un bien común definido por dicho Estado autoritario y opresor, que no duda en matar, torturar o, peor aún, expulsar a planetas y regiones salvajes, al escuchar la más mínima voz que enarbole las banderas de la injusticia o la revolución.
Este Ente se personifica en un ser todopoderoso y vil, Valsary, capaz de manipular incluso el pasado y presente a su antojo, con tal de aunar el máximo poder posible y preservar su supuesto sistema de orden perfecto.
Tras este contexto, nos encontramos a Hans. Perdido por los peligrosos exteriores de la Gran capital, nuestro protagonista, de cabellos blanquecinos y atuendo de ciudad, aparece entre la niebla completamente amnésico. A lo largo de este primer integral, conoceremos más acerca de él, se nos presentará a Orquídea, perteneciente a una de las clases marginadas y de la que se enamorará perdidamente, y seremos testigos de la persecución interplanetaria que sufrirá nuestra pareja, cuyo sentimiento es la máxima expresión de libertad personal y, por ende, el mayor de los delitos.
Este volumen recoge los cuatro primeros álbumes de la saga, además de una pequeña historia inédita y un buen número de páginas de extras con bocetos, entrevistas y demás. Además, estos números, a excepción de un quinto, recogen también el trabajo de Rosinski a los lápices, puesto que, a partir del sexto, toma el relevo el también polaco Kas (La chica de Panamá, de Ponent Mon).
Estoy de acuerdo con aquello de que se trata de parte de la historia del cómic francobelga de finales del siglo XX -de hecho, la saga comenzó en 1983 y concluyó en el año 2000-, pero como muchas otras, esa "deuda" con el tiempo le pasa factura en determinados aspectos, principalmente argumentales, puesto que a los lápices de Rosinski pocos peros puedo ponerles.
Hans es una saga de ciencia ficción y aventura en la que el papel principal femenino, encarnado en la figura de Orquídea, vuelve a dejar muchísimo que desear, resumiéndose en una eterna damisela en apuros con apenas desarrollo, más allá de un amor completamente irracional y surgido casi de la nada hacia nuestro protagonista, hecho que -menos mal- es correspondido al más puro estilo Romeo y Julieta.
La trama me ha resultado bastante plomífera durante los primeros números, y solo a partir del tercero me ha generado un interés mayor, cuando los autores trascienden la manida persecución de la pareja cuyo único crimen es quererse, perteneciendo a clases distintas, y comienzan a tejer un argumento mucho más elaborado y rico. Es por esto que, conforme lo leía, la idea de continuar la saga -una vez concluyese este tomo- se esfumaba de mi cabeza a pasos agigantados; sin embargo, los dos últimos álbumes me han aportado nuevos matices y un camino con más y mejores posibilidades, lo que me hace pensar en que, pese a su decepcionante comienzo, podría tratarse de una saga de mundos imposibles, razas inverosímiles y universos imaginarios que sí ha de merecer la pena.
Lo dicho: si finalmente me decanto por leer el segundo integral -y penúltimo-, ten por seguro que podrás leer mis impresiones por estos lares.
La lectura enriquece el alma,
Dani S.
