La Habana. 1958.
Un joven chaval, Joaquín, toma la peor de las decisiones posibles: fugarse con el dinero y la querida de su jefe, uno de esos tipos con los que es mejor no cruzarse en la vida, Santo Trafficante Jr.
Qué decepción.
Régis Hautière, el que fuera guionista de las entretenidísimas Adam Clarks (reseñada AQUÍ) o A.D.A. Agencia de detectives de la antigüedad (reseñada también AQUÍ), pega con Perico un batacazo de dos pares de narices. Damn It!
La historia prometía una aventura negra entretenida, incluso fresca, y con los impactantes lápices de Philippe Berthet (Pin-up, Poison Ivy), estaba casi destinada al estante de Cómics trepidantes que devoras como un niño un bubbaloo de fresa -y no tan niño-. Pero no... tenía que llegar la peor versión de Hautière para darnos una historia ultra típica y con un desarrollo carente de todo gusto, con unos personajes vacíos más allá de una escueta radiografía de nuestro prota y su bella doncella en apuros, y con absurdos giros argumentales que casi parecen un chiste contado del revés.
Dios, cómo duele relegar un cómic con tal apartado gráfico al Top bad cómics... Uno de estos días voy a tener que hacer un especial en mi canal de Youtube de esta sección.
Y para colmo, la sinopsis de la contraportada tampoco puede ser peor: ¡Si es que hasta te hace un pedazo de spoiler del primer capítulo!
No... si es que no... No merece la pena seguir hablando de este Perico.
No... si es que no... No merece la pena seguir hablando de este Perico.
La lectura -no siempre- enriquece el alma,
Dani S.