Hace unos años que reseñé el primer integral de Samurái, que recogía los cuatro primeros álbumes de la saga y, en cierto modo, su primer ciclo.
Ahora, tiempo después, vuelvo a pisar el Japón feudal de Di Giorgio y Genêt en busca de los mismos ingredientes que ya me fascinaron en su día.
¿Seguimos estando ante una saga de referencia en el mal llamado "manga europeo"?
La respuesta más rápida e indolora es esa: No. No hay ni restos en este Samurái. La isla sin nombre, de aquella mezcla que tan bien funcionó con su predecesor, El corazón del profeta.
Mientras la trama de aquel se valía de un contexto histórico incierto (el Japón feudal en general), para deleitarnos con una aventura fantástica de criaturas ancestrales y misteriosos samuráis con cascos cadavéricos a los que llamaban "Las tres hijas de las tinieblas", en La isla sin nombre nos hallamos ante una trama plomiza, donde los típicos personajes que suelen actuar de contrapunto cómico en el manga ostentan un excesivo protagonismo, vaciando a Takeo -nuestro protagonista- del interés que nos despertó en el primer integral y evidenciando las carencias de una aventura insulsa.
Por último, se junta que Samurái. La isla sin nombre adolece de una falta de dirección y ritmo como hacía mucho no leía. Los dos primeros álbumes son pura paja y solo al final del tercero los autores consiguen generarnos el interés mínimo para querer leer el cuarto y último número aquí recopilado. Cuando cierras el tomo, te quedas con cara de bobo, pensando... "¿De verdad es posible que solo un 10% de más de 200 páginas hayan aportado algo al eje argumental principal?". Y "algo" tal vez sea decir demasiado.
"Si te gusta el género, paga los 42 euros besados,
porque vamos, ¡es que si te arrepientes te devuelvo yo el dinero! (esto
último no lo tomes al pie de la letra, ¿eh? Es una forma de hablar...)."
Me cuesta creer que una saga, de la que dije esas palabras en la reseña de su primer integral, se haya torcido tantísimo. Una auténtica pena pero, sobre todo, una profunda decepción.
No encuentro motivo alguno para querer continuar con el tercer integral, cuando sea que lo publique Yermo, más allá de los detallados y evocadores pinceles de Genêt, así que... Genêt, estoy seguro que nos encontraremos en alguna otra saga. Y espero que, esta vez, la trama esté a la altura de tus dibujos.
La lectura enriquece el alma (hoy... no),
Dani S.