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viernes, 14 de septiembre de 2018

JEREMIAH. INTEGRAL 1, UN COMIC DE HERMANN QUE NOS TRAE PLANETA COMIC

Tras ganarse un sitio en el Olimpo de los artistas belgas de la historieta, con sagas como Yugurta, Bernard Price o Comanche, Hermann Huppen (1938) se lanzó como autor en solitario en 1983, con una historia postapocalíptica ambientada en el Oeste americano:

Nacía Jeremiah. Una saga con 35 álbumes a sus espaldas, y sin visos de terminar en breve.



Sí, estamos en el año 2018. Eso quiere decir que Hermann, a sus 80 años, aún sigue trabajando y dibujando, entre otros, a su personaje estrella, Jeremiah. ¡Eso es amar lo que uno hace!

Sin embargo, y pese a ser toda una eminencia en el país vecino y el mercado francobelga, esta saga no ha gozado de todo el respeto que merece en nuestro país. Ediciones Junior, Editorial Sauré, Dolmen Editorial, Planeta DeAgostini y, por último, Planeta Cómic. Todas estas editoriales han intentado traer, en un formato u otro, al famoso personaje del artista belga y, por desgracia, ninguna lo ha conseguido. Ediciones Junior trajo dieciséis, Dolmen cinco y Planeta, en esta última etapa, lleva recopilados los nueve primeros álbumes en tres integrales. Sin embargo, y por desgracia, el tercer y último integral que nos ha traido data de 2013, y por el tiempo que ha pasado y las últimas contestaciones de la editorial catalana, no parece que vayamos a ver el cuarto este 2018...


Por supuesto, no toda la culpa es de la editorial. Al fin y al cabo, en este sector no hay "hermanitas de la caridad", y hace mucho, mucho tiempo que la inmensa mayoría de editoriales se convirtieron en monstruos necesitados de grandes títulos y apuestas seguras... ¡Sí, lo sé! Jeremiah debería serlo: viene de un autor mítico, es historia del cómic europeo y su ambientación parte de un género tan querido por la crítica como es el western. Por eso digo que no toda la culpa es de la editorial: está claro que las ventas no han acompañado a la saga, y los lectores tenemos parte de culpa. Pero claro, aquí entramos en el eterno debate: no basta con que la saga sea MÍTICA, hay que venderla como tal... ¿es culpa del lector que no ha sabido apreciar lo que estaba en la librería, o de la editorial, que no ha sabido ofrecerlo como lo que es?

Sea como fuere, estoy aquí para hablarte del primer integral de Jeremiah, una aventura que nos sitúa en una América postapocalíptica que se ha ido al garete tras unas cruentas guerras raciales. 


Los motivos del cataclismo son unos que importan bien poco al autor, al menos, en este primer tomo. Basta pasar la primera página para encontrarnos en esa América post-crash, y tan solo un par de ellas más allá, para conocer al chico que da el nombre a esta saga: Jeremiah, un joven inocente y bastante pazguato que tendrá que espabilar a marchas forzadas si quiere tener una mínima oportunidad de sobrevivir en esta nueva tierra hostil, habitada por todo tipo de tiburones bípedos.

Por suerte para él, pronto conocerá al su "ángel guardián": Kurdy, un chico que ya viene de vuelta del baile, que sabe cómo moverse por este nuevo mundo y al que no le tiembla la mano cuando se trata de desenfundar el revólver.

En palabras de Hermann, "estos dos personajes representan el bien y el mal. De hecho son una única persona... probablemente yo".


Pese a ser un western postapocalíptico, hay muchos momentos en los que la acción pasaría por ser una puramente del oeste. Los forajidos, las persecuciones a caballo, el asalto a alguna caravana en el desierto, las bandas de renegados... Esto es así en la primera aventura del tomo, Aves de presa -aunque con algún toque noir y macabro- y, sobre todo, en la segunda, Un puñado de arena, lo que hace de las historias unas bastante típicas -obviando el imperdible dibujo, por supuesto-.

Sin embargo, en el tercer y último álbum que aglutina este integral, Los herederos, es donde se denota la semilla del distanciamiento con el género original. Los clichés del western siguen ahí, y la ambientación es la que es, pero se puede apreciar un Hermann más confiado, más dispuesto a abandonar su zona de confort -el propio autor reconoció que se decantó por dicha ambietanción en Jeremiah porque era con la que se sentía más cómodo, tras su trabajo en Comanche- y con unas ideas, por tanto, más arriesgadas y atractivas.

Del apartado gráfico poco o nada hay que objetar, la verdad. El dinamismo de las viñetas, el nivel de detalle, el estudio de cada pose, la naturalidad del trazo, el uso del color, la fluidez de las viñetas... Sería absurdo negar el virtuosismo de Hermann Huppen.


A la desgracia de esta saga maldita en nuestro país, solo queda algo que añadir: por lo menos, cada álbum nos narra una historia independiente. No conoceremos la evolución al completo de Jeremiah y su eterno compañero, Kurdy, pero sí podremos disfrutar de algunas de sus aventuras en este páramo cruel y amenazante en que se han convertido los EE.UU.

La lectura enriquece el alma,

Dani S.