Al más puro estilo Abbey Road, de Los Beatles, el argentino afincado en Italia Daniel Cuello presenta su primera historia larga en cómic: Residencia Arcadia.
Una comunidad de vecinos, con sus malentendidos, cuchicheos y envidias, y unos abueletes que se aferran con todas sus fuerzas a la idea de que nada cambie en sus vidas.
¿Lo conseguirán?
Lo primero que he decir respecto a este Residencia Arcadia, es que es un cómic bastante "personal", en el sentido que con la sola lectura de las primeras páginas podemos darnos cuenta de la sensibilidad y expresiva forma de narrar de Daniel Cuello.
Residencia Arcadia es también el nombre de un bloque de pisos sito en alguna ciudad indeterminada, perteneciente a un país donde gobierna una dictadura militar con mano de hierro, y donde la represión a los contrarios al régimen es mortal.
Los rumores de ojo de patio, los cotilleos tras las mirillas y las cotidianas reuniones vecinales, donde los reproches y los problemas más absurdos se dan cita, pasan a un siguiente nivel cuando los vecinos se enteran de la llegada al bloque de unos "indeseados" nuevos inquilinos.
El tono de Daniel Cuello camina entre el humor y el drama. Como en la vida misma, ningún personaje es completamente negro o blanco. La riqueza de esta historia está en todos esos matices y grises que se pueden encontrar en un único edificio: la anciana que prefiere el malo conocido al bueno por conocer, el retorcido abuelo ex militar con un inconfesable secreto, la pareja que se compenetra pero no se aguanta, la abuela amargada con terribles motivaciones...
Residencia Arcadia guarda, a mi parecer, una doble reflexión: Uno es uno y sus circunstancias, como diría Ortega y Gasset; y muchas veces el que tiene motivos para temer no es la presa, sino el cazador.
Respecto al trazo de Cuello, es un dibujo que me ha parecido muy expresivo, pese a su aparente sencillez. Es algo que se nota: Caras que transmiten tanto, cuando sus ojos son solo dos puntitos negros, o la mera postura de un personaje tras la puerta de su piso, observando con terror por la mirilla, mientras se lleva las manos a la boca. La narrativa gráfica del autor está cargada de secuencias visuales sin texto. Silencios que hablan sin parar, y sentimientos que se deslizan por las viñetas y encuentran su idóneo transmisor en una mano, un pájaro o una vieja caja de hojalata.
Si buscas una "historia de vida", este cómic puede ser un gran candidato. No es una lectura embriagadora, ni su trama es soberbia, pero merece la pena leerla por lo que cuenta y, sobre todo... por lo que no cuenta. Una verdadera prueba irrefutable del poder expresivo del cómic.
La lectura enriquece el alma,
Dani S.