La reseña que hoy te traigo es del primer integral que publicó 12bis de la saga El ciclo de Cyann, de Bourgeon y Lacroix. Una aventura de ciencia ficción repleta de imaginación, rebeldía y vocablos de invención propia.
Una historia que comenzó en Francia allá por 1993, y concluyó por fin el pasado año 2014.
No, El ciclo de Cyann no es una de esas sagas de cómics europeas compuestas por una veintena de álbumes, ni mucho menos, pese a que las fechas de inicio y cierre nos podrían haber hecho suponerlo. Esta saga de François Bourgeon (Los compañeros del crepúsculo, Los pasajeros de viento) y Claude Lacroix está compuesta por seis álbumes, publicados en Francia irregularmente a lo largo de 21 años, y ya felizmente cerrada -menos mal-.
Aquí en España tampoco se ha librado de una publicación abrupta: La editorial 12bis editó este y otro integral, que recopilaban dos álbumes cada uno, y luego publicó el quinto álbum, dejando la saga pendiente del final. Por suerte para mí -y para los amantes de la ciencia ficción más aventurera-, Astiberri Ediciones llegó con su capa de salvadora y publicó el sexto y último cómic de El ciclo de Cyann, cerrando la saga y regalándonos un poco de justicia.
Discúlpame que haya empezado así esta reseña, pero he creido necesario hacerlo tras aportar las fechas en la cabecera.
Ahora sí... El ciclo de Cyann.
Explicarte de qué va esta saga es, irremediablemente, caer en algún u otro spoiler, así que tendrás que conformarte con saber que nuestra protagonista, la rebelde e insensata Cyann, deberá afrontar un peligroso viaje hacia el planeta IlO, de cuyo éxito dependen muchos de sus congéneres.
Como en las tramas fantásticas, el viaje de Cyann es el conductor del que se valen los autores para mostrarnos, no solo su evolución y camino hacia la madurez, sino también todo un elenco de territorios, seres vivos y tecnologías que pone de relieve la inexistencia de muros en la imaginación, y lo bello que resulta desplegarla.
En este primer integral me he encontrado ante una ciencia ficción del estilo a Los mundos de Aldebarán, de Leo, aunque sustituyendo la parte crítica que subyace en las tramas de este último -hacia los totalitarismos, la Iglesia o el colonialismo y explotación de los recursos, por ejemplo-, por un punto picarón y sensual y un desarrollo social y político de la humanidad más desbordante y fantasioso. De hecho, Bourgeon y Lacroix inventan todo un elenco de vocablos para describir lugares, aparatos, clases sociales o tribus: la f0ntana, los de0, Olsimar, IlO, la clase Minu... Lo que ocurre es que nada ni nadie te explica absolutamente ni un ápice de estas "nuevas" razas, ídolos, burocracias o mecanismos. Esto requiere un sobre-esfuerzo del lector para llegar a comprender la narración de los autores, y no es hasta pasadas las primeras 50 o 60 páginas que empiezas a sentirte más cómodo con la lectura -por suerte, este integral tiene más de 200-.
Dicho esto, una mención especial se merecen los pinceles de François Bourgeon, donde la belleza de los paisajes inventados y el rostro de los personajes femeninos cobra un nuevo nivel de detalle y hermosura. No hay nada que achacar a la narrativa gráfica del artista, salvo quizás algunas elipsis un tanto bruscas cuando se trata de cambiar de tercios.
Próximamente, ¡reseño el segundo integral de este El ciclo de Cyann!
La lectura enriquece el alma,
Dani S.