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jueves, 15 de noviembre de 2018

NI TIERRA NI MAR, UN COMIC DE MEGATON, GENZIANELLA Y RICARD QUE NOS TRAE PONENT MON

Ni tierra ni mar...

Para huir.

Para esconderse.

Para sobrevivir. 

Genzianella, Mégaton y Ricard firman este cómic que nos ha traido Ponent Mon en formato integral. Una aventura que promete suspense, thriller y unas buenas raciones de miedo psicológico.



A los más cinéfilos puede que os suene el nombre de Olivier Mégaton. A los menos, como yo, seguramente no, pero sí os sonarán películas como Hitman, Venganza, Colombiana o Transporter 3. ¿Y a qué viene esto? Pues a que Olivier es el flamante director de dichos largometrajes, además de ser guionista y editor en sus ratos libres, por así decirlo. Vale, no estamos hablando de ningún peliculón. Tampoco Ni tierra ni mar es un gran cómic. Pero no adelantemos acontecimientos.

Este Ni tierra ni mar lo firman tres autores. Ya te he presentado a Olivier, pero también he de mentar a Sylvain Ricard (Con locura, amor y malos tratos) y a Nicola Genzianella (Dampyr), las otras dos personalidades que firman este cómic.
La aventura que nos plantean recuerda mucho a ese tipo de pelis que todos hemos visto en algún u otro momento de nuestra vida, pero de las que no recordamos siquiera el nombre: Un grupo de amiguetes se van de excursión, su barco naufraga víctima de una tormenta de aúpa y va a parar a una roca en mitad del océano, donde solo hay un faro y extraños personajes con unas intenciones muy poco claras. A partir de ahí, la violencia toma las riendas y lo que en un primer momento resultó ser una milagrosa roca, se convierte en una MALDITA roca.

Pese a que los autores se esfuerzan en aportar su granito de arena a esa manida trama, lo cierto es que el resultado no dista mucho de lo que cabía esperar. El suspense da paso demasiado pronto a una sucesión de hechos bastante acelerada, sin tiempo para desarrollar a los personajes o a la propia historia como debiera haber sido.
El apartado gráfico, por su parte, no es ni más ni menos reseñable que el que acostumbra a tener el tebeo francobelga medio, que digamos. Algunas expresiones faciales y gestos son más que bruscos, mientras que otras secuencias sí cumplen con el dinamismo que requiere la escena, siempre raspando el notable bajo, eso sí.

Ni tierra ni mar, compañeros. Qué más decir. 

No siempre se puede acertar.

La lectura enriquece el alma,

Dani S.