La tintiniana portada de El tesoro del cisne negro captó mi atención desde el mismo momento que Astiberri lo anunció entre las novedades de su boletín mensual. Ahora bien, lo que me he encontrado entre sus páginas ha sido una inesperada trama judicial, diplomática y hasta política, nada que ver con la aventura que me había imaginado yo al ver esa portada. ¿Bien? ¿Mal? ¿Regular? What happens!?
Guillermo Corral, diplomático y escritor, se estrena como guionista de cómics con este El Tesoro del cisne negro, y lo hace de la mano de uno de los más grandes de nuestro país: Paco Roca. Y es que el artista valenciano es el encargado de dotar de vida la historia de Guillermo, con esos pinceles y colores que tanto nos cautivaron ya en Arrugas, Los surcos del azar o La casa. Aunque la ternura a la que nos tienen más que acostumbradas las historias de Paco queda aquí reemplazada por un relato de ficción basado en hechos reales -aunque de ficción parece tener más bien poco-.
¿Recuerdas el caso Odyssey? Seguro que te suena. Te pongo un poco al día: en 2007 la compañía Odyssey, dedicada principalmente a la recuperación de tesoros submarinos, anunció que había encontrado en algún punto del Atlántico, muy cerca de las costas de Cádiz, un pecio español con más de 500.000 monedas a bordo: el mayor tesoro jamás recuperado del fondo del mar. Se lo llevaron a EE.UU, y ahí empezó una guerra en los tribunales, en donde Odyssey defendía que el tesoro era suyo por haberlo encontrado, y el gobierno español que aquel botín lo cargaba un barco con pabellón español y, por tanto, el tesoro pertenecía a España. El caso es que el tema se cerró en 2012, y es sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos durante esos cinco largos años que va este cómic publicado por Astiberri.
Lo interesante que pueda resultar el tema se vuelve original al analizarlo desde la perspectiva que nos proponen los autores, que no es otra que la del damnificado, el gobierno español, y no la del cazatesoros, que es a lo que solemos estar más acostumbrados. Es por ello también que este cómic supone todo un reto inicial, ya que no es fácil pedirle a un lector de mente aventurera postularse del lado de los "corta-rollos", por así llamarlos. Ahora bien, Guillermo Corral consigue rozarnos la conciencia y hacernos ver la cara más terrible del expolio: "Un cazatesoros no es un arqueólogo". Pero solo hasta el final de la lectura. Los últimos coletazos del relato y una pequeña investigación posterior tirando de Google nos demostrarán una vez más una máxima implícita en estas tramas de intriga y política: No existen los buenos ni los malos, y muchas veces todo termina girando en torno al "mal menor". Intereses, promesas y bla, bla, bla.
Pero no estamos aquí para juzgar lo ocurrido o a las partes, sino el cómic, y he de decir que, pese a que me costó entrar por ser algo lento, pasadas las primeras treinta y cinco páginas el relato coge fuerza y por fin te atrapa. Aunque a su favor hay que reconocer el esfuerzo titánico de los autores al condensar los hechos acaecidos en cinco años en algo más de 220 páginas, también te digo que algunos de los elementos ficticios añadidos -que se tornan evidentes, a mi juicio- restan más que suman y ralentizan el ritmo de la trama verídica propiamente dicha. Un desacierto, sin duda, que hubiera dado un buen puñado de valiosas páginas más para profundizar y facilitar ese proceso de "inmersión lectora".
Sin más, quedo a la espera de tus comentarios para que podamos debatir,
La lectura enriquece el alma,
¿Recuerdas el caso Odyssey? Seguro que te suena. Te pongo un poco al día: en 2007 la compañía Odyssey, dedicada principalmente a la recuperación de tesoros submarinos, anunció que había encontrado en algún punto del Atlántico, muy cerca de las costas de Cádiz, un pecio español con más de 500.000 monedas a bordo: el mayor tesoro jamás recuperado del fondo del mar. Se lo llevaron a EE.UU, y ahí empezó una guerra en los tribunales, en donde Odyssey defendía que el tesoro era suyo por haberlo encontrado, y el gobierno español que aquel botín lo cargaba un barco con pabellón español y, por tanto, el tesoro pertenecía a España. El caso es que el tema se cerró en 2012, y es sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos durante esos cinco largos años que va este cómic publicado por Astiberri.
Lo interesante que pueda resultar el tema se vuelve original al analizarlo desde la perspectiva que nos proponen los autores, que no es otra que la del damnificado, el gobierno español, y no la del cazatesoros, que es a lo que solemos estar más acostumbrados. Es por ello también que este cómic supone todo un reto inicial, ya que no es fácil pedirle a un lector de mente aventurera postularse del lado de los "corta-rollos", por así llamarlos. Ahora bien, Guillermo Corral consigue rozarnos la conciencia y hacernos ver la cara más terrible del expolio: "Un cazatesoros no es un arqueólogo". Pero solo hasta el final de la lectura. Los últimos coletazos del relato y una pequeña investigación posterior tirando de Google nos demostrarán una vez más una máxima implícita en estas tramas de intriga y política: No existen los buenos ni los malos, y muchas veces todo termina girando en torno al "mal menor". Intereses, promesas y bla, bla, bla.
Pero no estamos aquí para juzgar lo ocurrido o a las partes, sino el cómic, y he de decir que, pese a que me costó entrar por ser algo lento, pasadas las primeras treinta y cinco páginas el relato coge fuerza y por fin te atrapa. Aunque a su favor hay que reconocer el esfuerzo titánico de los autores al condensar los hechos acaecidos en cinco años en algo más de 220 páginas, también te digo que algunos de los elementos ficticios añadidos -que se tornan evidentes, a mi juicio- restan más que suman y ralentizan el ritmo de la trama verídica propiamente dicha. Un desacierto, sin duda, que hubiera dado un buen puñado de valiosas páginas más para profundizar y facilitar ese proceso de "inmersión lectora".
Sin más, quedo a la espera de tus comentarios para que podamos debatir,
La lectura enriquece el alma,
Dani S.