Vuelvo a las andandas con un tomo único de una aventura enclavada en el género de la ciencia ficción: Negalyod, de Vincent Perriot, nos encandila con una portada donde ciudades edificadas en el cielo, paisajes desérticos y dinosaurios toman el protagonismo.
¡Ah! Y Perriot admite una influencia muy valorada por estos lares a la hora de dar a luz este cómic: el maestro Moebius.
Tras Belleville Story (Norma Editorial, 2014), Vincent Perriot se atreve con este Negalyod como su primera obra completa publicada en castellano. En ella, el artista francés da rienda suelta a su imaginación a la hora de imaginar un futuro distópico y catastrófico donde ¡buenas noticias! el ser humano ha conseguido su objetivo: fundir el planeta y acabar con el 90% de la naturaleza arbórea. Eso sí, a cambio, por la cara, han vuelto los dinosaurios. Oye, algo es algo, ¿no? Unas especies por otras.
Negalyod nos cuenta la historia de Jarry, un pastor de tricerátops que vive en el inmenso desierto en que se han convertido ahora los océanos. ¿Y cómo ha pasado todo esto? Bueno, se puede decir que somos nosotros mismos los que hemos "secado" y drenado los océanos para poder tener un suministro de agua en nuestras nuevas ciudades "de arriba". Porque sí, amigos. Ahora también hay ciudades "de arriba" y ciudades "de abajo", y como puedes imaginar los de arriba son los que manejan el cotarro, mientras los de abajo reciben las limosnas. Nuestro Jarry es uno de esos de "abajo", aunque vive alejado de las ciudades-estación por voluntad propia. Eso sí, el devenir de los acontecimientos le hará cambiar de parecer y viajar a una de esas ciudades-estación clamando venganza.
Grosso modo, el argumento de este cómic llamado Negalyod es ese. Y, por supuesto, el álbum guarda el mensaje ecologista que cabía esperar. Pero no nos encontramos ante un nuevo Shangri-la (reseña AQUÍ), por desgracia y por mucho que nos pese a algunos. Negalyod no nos regala más que unas cuantas splash pages espectaculares y una idea llamativa. Sin embargo, tras su lectura me queda la sensación que la propia historia le ha venido grande a su autor e ideólogo. El mundo, el sistema y, en general, la situación planteada por Vincent Perriot es llamativa por la imaginación desbordante, pero la trama se queda muy corta, casi como un sombra a la espalda de un gigante. El protagonista toma decisiones para las que apenas si existe una "preparación", cambia de parecer sin tiempo de explicación y se enrola en una aventura en la que ni siquiera hacia el final lleva las riendas.
El resultado es un cómic que se lee bastante rápido pese a sus más de 200 páginas, en el que el manga y el trazo sucio y caricaturesco se mezcla con la sobriedad de los paisajes y ciudades futuristas y donde todo parece un variopinto teatro de marionetas en el que el autor tiene muy claro el final sin importar demasiado los intríngulis del nudo.
La lectura enriquece el alma,
Dani S.