El binomio del argentino Jorge Zentner y el español Rubén Pellejero firmaba allá por 1996 El silencio de Malka en Francia, editado por Casterman. Tardaría tan solo dos años más en llegar a España de la mano de la tristemente extinta Glenat, editorial que nos legó grandísimas otras sagas y títulos como El Tercer Testamento, Peter Pan o Nevé.
El caso es que nos hayamos ante uno de los primeros tomos autoconclusivos de Rubén Pellejero, y la primera obra de la pareja tras su exitoso Dieter Lumpen.
Hablar de Zentner y Pellejero es hablar, inevitablemente, de Dieter Lumpen (reseñado AQUÍ). Erigido como uno de los baluartes de la aventura comiquera de los años ochenta, no sería ninguna locura admitir que la creación de este personaje le abrió las puertas a la pareja para poder desarrollar otras historias con total libertad. Es así como nace El silencio de Malka, uno de sus primeros cómics autoconclusivos junto a FM o Les mémoires de Mr. Griffaton.
El silencio de Malka nos sitúa entre la Rusia de finales del siglo XIX y la Argentina de primeros del siglo XX. La familia de Malka se ve obligada a huir de Rusia para escapar de los pogromos (masacres apoyadas por el poder contra minorías étnicas o comunidades religiosas como la judía) que asolaban aquella tierra. Bajo la protección de la Jewish Colonization Association, que proporcionaba una nueva vida a los judíos perseguidos en Argentina, su familia viaja al otro lado del mundo con una nueva casa, un trozo de tierra, un arado, un buey y todos los gastos del viaje pagados. Aún así, la Argentina no resulta ser el paraíso que se esperaba: la tierra es dura, el clima seco y sus habitantes amerindios hoscos y con unas costumbres muy distintas a las de la familia judía de Malka. Ese choque de culturas toma la forma de una criatura del folclore medieval perteneciente a la mitología judía: el gólem, un ser hecho de barro y piedra pensado para ayudar y obedecer a su amo y creador.
Como puedes ver, El silencio de Malka aúna drama, historia y fantasía entre sus páginas, y lo hace con gran soltura y naturalidad. No en vano, el jurado de Angoulême no se equivocó al otorgarle en 1997 el premio a Mejor álbum extranjero.
Tanto Jorge Zentner como Rubén Pellejero eran ya grandes narradores entonces (1996) y lo siguen siendo hoy día. El silencio de Malka es un cómic que nos pone en antecedentes, nos cuenta una cruda historia, nos habla de la pobreza, de la vida de los inmigrantes, de la fe que profesan y necesitan profesar algunos de ellos y de una comunidad, la judía, expulsada de su tierra y condenada a sentirse extranjera allá donde vaya. Y todo ello con unos diálogos bien fluidos y precisos y unas viñetas que van alternando sus tamaños en función de los detalles que engrandecen cada escena. Siempre, los detalles.
El único gran pero que he de ponerle a este cómic es su final, que me ha resultado un tanto abrupto y precipitado.
Dicho todo esto, el cómic incluye unas páginas más a modo de epílogo y un texto introductorio del propio guionista en el que se nos coloca en situación para poder entender mejor la historia que estamos a punto de degustar. Para mí, todo un acierto.
Sin más, me despido hasta la siguiente.
La lectura enriquece el alma,
Dani S.
Si quieres saber de más cómics de Rubén Pellejero, aquí te dejo algunas de mis reseñas:
El largo y tortuoso camino.
El vals del Gulag.
Un poco de humo azul.