Reseño el tercer integral de la saga Elfos, compuesto por el quinto y último arco de la saga y la continuación del primero. Es decir, quinto y sexto álbum.
¡Vamos al lío!
El tercer volumen de Elfos nos muestra por fin a la raza de elfos que faltaba, los elfos negros. Durante este primer capítulo (quinto álbum), Hadrien y Ma Yi, conocidos en nuestras fronteras solo por esta saga, tejen una trama repleta de clichés y estereotipos de lo que todo el mundo piensa deberían ser los elfos oscuros: abyectos, asesinos, expertos en la magia negra, malditos, sin escrúpulos, siniestros... Sí, todo lo que te imagines lo vas a encontrar aquí, y es eso precisamente lo que acaba por precipitar este ansiado primer capítulo acerca de una de las etnias fantásticas más conmovedoras entre los amantes de la fantasía oscura. La dinastía de los elfos negros es predecible y endeble en su argumento y muy mangaka en el careto de sus personajes -nada que ver con los impresionantes paisajes y escenarios que nos regala Ma Yi-.
Por otra parte, La misión de los elfos azules (sexto álbum y primero en repetir protagonistas) nos brinda una trama más sólida y con visos de crecer a la larga. Y es que Jean-luc Istin y Kyko Duarte juegan en otra liga distinta a la de sus compañeros de integral. Sin embargo, este capítulo, que por fin retoma a los personajes del primer álbum, adolece de un mismo defecto que su hermano y pareja en este cómic: la previsibilidad. Para mi gusto, Istin desaprovecha una oportunidad única para haberle dado un giro espectacular a la trama y, en vez de eso, decide seguir caminando por el sendero supuesto.
Tras leer este tercer integral me reafirmo en mi opinión: Elfos me parece una saga sobrevalorada, y que sea uno de los best-sellers de Yermo no hace sino preguntarme las dudosas ventas de otros muchos títulos de su catálogo y, para mi gusto, mucho superiores. Además, ¿qué hay de la buena fantasía de En busca del pájaro del tiempo, Leyendas de los pueblos olvidados, Percevan o Thorgal?
Sin más,
La lectura enriquece el alma,
Dani S.